AMPARO OCHOA: CANTORA DEL PUEBLO MEXICANO (1946-1996)
Fecha: 12 de octubre, 1996
Si hubiese algún artista, dentro del cancionero popular mexicano, que pueda ser merecedor de un homenaje póstumo de trascendencia nacional, esa sería, sin lugar a duda, AMPARO OCHOA, una mujer que en vida luchó, contra viento y marea, por defender la música de su país en su esencia más pura. Hoy, al celebrarse el 50 aniversario de su nacimiento recordamos su voz de formidable calidad interpretativa que encarnó una mujer de valor que fue alma y sentimiento de su pueblo que aún hoy la extraña.
A dos años de su pérdida física, ocurrida el 7 de febrero de 1994, Amparo Ochoa sigue vigente en el medio musical mexicano y latinoamericano . Con una labor, larga e intensa, que se extendió por más de 25 años, no solo fue una excelente intérprete y cultora de la canción mexicana, sino también del repertorio de la llamada nueva canción latinoamericana. Fue una mujer valiente, una adelantada, que representó a su pueblo en sus luchas y reivindicaciones más urgentes, razón por la cual se le quiere y se le recuerda entrañablemente. Era poseedora de una voz sorprendente en su timbre y evocadora en su expresión que conmovió las más profundas fibras de todo aquel que tuvo la suerte de escucharla. Gracias a las interpretaciones de la canción tradicional, en su estilo único e imponente voz , se volvieron a escuchar los corridos de la época de la revolución mexicana, género que en la actualidad ha alcanzado un gran auge y del cual Amparo Ochoa ha sido parte responsable. En el canto y musicalidad de Amparo Ochoa, el corrido dispuso de un vehículo por excelencia. Al ser interpretado como ella lo hizo se logro traer a la vida, para las generaciones de hoy, las páginas más gloriosas de la historia mexicana.
María Amparo Ochoa Castaños nació un 29 de septiembre del año 1946 en el estado de Sinaloa, Culiacán. Aprendió los primeros acordes de la guitarra y las primeras canciones populares de su padre y hermano, ambos gente de campo. Fue maestra rural por espacio de seis años en varias poblaciones de Sinaloa y en el 1962 comenzó a cantar en público. En el 1965, y cuando Amparo contaba solo 18 años, obtuvo el primer lugar en un concurso de canto a nivel nacional. Ya para ese entonces su voz era conocida entre sus paisanos, en algunos estados cercanos a Sinaola y en el sur de Estados Unidos, gracias a un Programa radial “Amanecer Ranchero” que ella misma conducía. A partir de entonces decide radicar definitivamente en el Distrito Federal, donde estudia en la Escuela Nacional de Música de la UNAM, canta en cafés, bares y peñas con un repertorio del cantar popular tanto mexicano como latinoamericano. También realizó teatro-cabaret con el grupo La Edad de Oro que dirigió el cantautor mexicano Oscar Chávez. A inicios de los años setentas fue invitada a programas de televisión y comenzó a realizar giras por el interior de la república junto al grupo On’ta. En el 1971 grabó su primer disco LP titulado “De la mano del viento” iniciando una carrera que se prolongaría por más de 25 años totalizando 15 discos individuales, 13 colectivos en México y otros 9 discos editados en diversos países del mundo.
En los escenarios y grabaciones Amparo ponía la mayor atención en la selección del material musical y un especial cuidado en el vestuario que utilizaba ya que, según su punto de vista, no todos en su país eran charros y chinas poblanas y lo fundamental era trascender esa imagen, vistiendo de dignidad la cultura del hombre y la mujer humildes. Por un lado se preocupaba en acudir al arte más genuino de su pueblo y por otro mostrar un compromiso que la definía como una artista consciente de la realidad de su Patria.
La trayectoria musical de Amparo Ochoa, en la canción mexicana es incuestionable. Desde el corrido hasta el bolero, pasando por la canción antigua, el Son, el huapango, la trova yucateca y la nueva canción. Durante los años setenta y ochenta, Amparo Ochoa realizó infinidad de presentaciones y conciertos en pequeñas poblaciones rurales, escuelas, sindicatos y comunidades populares, así como en los más prestigiosos foros de Mexico, Estados Unidos, América Latina y Europa. Un aspecto importante en la carrera artística de Amparo Ochoa fue su participación en festivales nacionales e internacionales junto con las grandes figuras de la música a nivel mundial. Desde el 1971 participó junto a los más destacados compositores e interpretes de la Nueva Canción, siendo conocida como vocera del pueblo mexicano dentro y fuera del país.
Entre las cualidades personales más hermosas de Amparo Ochoa y que son resaltadas por muchos de los amigos que le conocieron en vida están su ejemplar cariño, solidaridad y amistad que regalaba a cuantos tenían el privilegio de acercársele. No es de extrañar que en el momento en que se diagnosticó la grave enfermedad que daría fin a su vida, en torno a Amparo Ochoa, se generó todo un movimiento creado por los propios artistas para recaudar fondos para su tratamiento. Para el cantautor mexicano Oscar Chávez, por ejemplo, lo que le sorprendía más de Amparo era su femineidad, su capacidad de afecto y otro fenómeno insólito: su ángel o “duende”, que salía siempre a colación, insólito y sorprendente donde se parara, pocas veces visto en un artista. Para Gabino Palomares, amigo, colega y autor de varias composiciones que popularizara Amparo, esta pertenecía a la generación de artistas con “anticuerpos” para resistir la influencia de la televisión, apoyada en su tradición musical juglaresca. Palomares reconoce y valora en la artista a una mujer incansable, de esas que se dan de cuando en cuando y que vive intensamente la vida de su pueblo. Sus amigos la extrañamos mucho pero su País la extraña mucho más, concluye diciendo.
El arreglista y director musical mexicano Daniel García Blanco ha señalado de Amparo que no sabe cual de las facetas de la desaparecida interprete admiraba más: si su perfil como mujer, su admirable desempeño como madre, el increíble oído que poseía o las grandes posibilidades vocales que contaba. La vida y el arte de Amparo Ochoa siempre fueron juntos, cantante y ciudadana, juntos en esos años de luchas y esperanzas que le tocó vivir. De la misma manera que otros se lanzaron a las trincheras a luchar por lo que creían justo, Amparo lo hizo con su voz, proclamando el día de la paz y la libertad, el día donde nadie fuese esclavo y donde a cada niño no le faltase su sueño y su cometa.
Al referirse a la obra general que cubría su amplio repertorio de música popular nos decía Amparo Ochoa que no podían olvidar los mexicanos que eran poseedores de una canción hermosa, una gama inmensa de ritmos y grandes compositores. Pensaba que había que estimular esa parte que contempla al ser poético que analiza el compromiso del ser humano con la vida, lo cual conforma una actitud expuesta por los planteamientos de los compositores que invitan a la reflexión, la autocrítica y el análisis. Todo eso lo sentía ella, tanto en la interpretación de las canciones del ayer, como LA BORRACHITA, de Tata Nacho, que analizaba toda una época anterior en la historia mexicana o en piezas como en EL BARZON de Miguel Angel Muñíz, donde se narraba un hecho de la vida real de su querido pueblo.
Amparo Ochoa fue en vida la gran embajadora musical de su pueblo y hoy, al celebrar su natalicio, exaltamos su gran contribución al cancionero popular mexicano y latinoamericano, desde su trinchera de intérprete formidable, y la vigencia de su ideario, su valor y su ejemplo.