La “Nueva Canción” Puertorriqueña: A 25 Años de la Fundación del Grupo Taoné
FECHA: 27 de septiembre,1996
La fundación del Grupo Taoné en noviembre del año 1971 marca el inicio de un Movimiento de la “Nueva Canción Puertorriqueña” articulado, con rasgos y personalidad propia dentro del contexto de un fenómeno musical latinoamericano de gran envergadura. Si bien es cierto que como movimiento de la música popular no ha cautivado aún la atención merecida por parte de musicólogos e instituciones de investigación pertinentes, el mismo ha generado amplio arraigo e influencia en diversos sectores de la sociedad puertorriqueña. Al cumplirse 25 años del Grupo Taoné, cuyos fundadores fueron los pioneros de este nuevo género de la canción en Puerto Rico, se hace necesaria la exploración detallada y crítica de las características y aportes de este movimiento de música popular, generador de gran impacto social y creciente influencia al pasar de los años.
Esta nueva canción dentro de la música popular se da en un contexto de luchas sociales y políticas que arropaban al mundo en la década del 60. La lucha anticolonialista, el movimiento de la paz y en contra de la guerra, la lucha contra el racismo y por los derechos humanos, las luchas obreras y estudiantiles, la lucha tercermundista contra la intervención política, económica y cultural de las grandes potencias, entre otras. El canto, como arte, comienza a manifestarse y a opinar sobre cada uno de estos asuntos. Se aglutinan individuos y grupos que se constituyen, eventualmente, en movimientos importantes, principalmente en Europa, Norteamérica y Latinoamérica. Se convierte la canción en una nueva forma de lucha social.
Desde sus inicios careció esta canción de una definición concluyente. Se le llamó de diferentes maneras: canto popular, canción comprometida, canción protesta, nueva canción, nueva trova. Y aún al día de hoy se le siguen buscando nombres: canción humana, canción pensante, canción fundamental, canción alternativa, entre otros. Pero en lo que sí coinciden todos es que a través de esta canción se lleva un mensaje o se dice algo importante al ser humano y a la sociedad. Es una canción donde se busca dimensiones líricas en el contenido, acompañada de una manera novedosa y creativa de enfocar viejas o presentes formas musicales. Es también un instrumento de reafirmación, especialmente si no lleva letra, de la identidad étnico-cultural de cada grupo y/o país.
En Puerto Rico, a partir de la segunda mitad de la década del 60, comienzan a sentirse individualmente exponentes que, sin saberlo, coinciden en su trabajo. Roy Brown, Noel Hernández, Neftin González, Antonio Cabán Vale, Brunilda García, Andrés Jiménez y, en la ciudad de Nueva York, el dúo de Pepe Sánchez y Flora Santiago. Todos se encuentran en un proceso de aportar, a través de la canción, una nueva modalidad de expresión de la lucha política y patriótica desde la perspectiva de esa joven generación. Y no es que la canción, históricamente hablando, no haya tenido esa función en Puerto Rico, con anterioridad. Como antecedente, y a partir de la década del 1920, hemos podido documentar ejemplos representativos de estos intentos en figuras de la música popular puertorriqueña como lo son Manuel Jiménez Canario, Rafael Hernández, Pedro Flores, Pedro Ortíz Dávila “Davilita”, y Daniel Santos entre otros. Pero en el caso de la generación del setenta se trata de jóvenes que desarrollaron una labor de creación original donde se conjugaba formidablemente una elevada calidad estética con una clara comprensión y compromiso en relación a las inquietudes de su pueblo y a la problemática del mundo que les toco vivir.
La versión puertorriqueña de la nueva canción reúne en sus miembros individuales todas las influencias del movimiento de la canción social a nivel mundial. En Roy Brown se advierte la influencia de norteamérica (Seeger, Dylan, Baez, la canción canadiense), en Noel Hernández la europea representada en España (Ibañez, Celdrán), en “El Topo” la amplitud y belleza del lenguaje poético y en Andrés Jiménez, Pepe y Flora los fundamentos de la raíz de la música popular puertorriqueña toda. En todos ellos es evidente también las influencias que traen del cancionero popular latinoamericano y del movimiento de la nueva trova cubana. En sus inicios le llamaron “canción protesta”, concepto que se popularizó por todo el Continente a partir de la celebración del Primer Encuentro de la Canción Protesta en la Habana, Cuba, en el mes de julio de 1967.
Aunque ya en el 68 y 69 tanto Roy como Noel cantaban su música entre amigos y en los vestíbulos universitarios, no es sino hasta el mes de junio del año 1970 que la prensa reseña por primera vez “la presencia de dos intérpretes de la canción protesta, Roy Brown y Noel Hernández,” en una Asamblea para “acordar una campaña de rescate de las playas para el pueblo”. Desde ese momento en adelante queda ampliamente documentada la presencia de ese emergente movimiento musical en la prensa independentista del país. Su espacio de proyección pública lo serán las calles, las plazas públicas, los centros educativos, obreros y culturales, y los café-teatros. En septiembre de 1970 se organiza alrededor de las figuras de Roy y Noel el “Gran Festival de Canciones de Protesta”, en la UPR. Ese mismo mes Roy Brown lanza al mercado la primera producción de este movimiento, el LP “Yo Protesto” (Disco Libre – 001) que incluye los temas “Monón” y “Míster con Macana”. Un magno evento bajo el título de “Semana de la Canción del Pueblo en Saludo al Grito de Lares” se lleva a efecto en septiembre de 1971 en el desaparecido Teatro Coop-Arte de Barrio Obrero, con la participación de Roy, Noel, Neftin González, Antonio Cabán Vale, Pepe y Flora, Jaime Ruiz Escobar, Miguel A. Suárez y Suni Paz en representación de la canción argentina. Todos estos esfuerzos de grupos e individuos quedan articulados en noviembre de ese mismo año con la fundación del Grupo Taoné que además de Roy, Noel, El Topo, Pepe, Flora y Neftin se unen al colectivo Andrés Jiménez “El Jíbaro” y Carlos Losada. A pesar que esa primera edición del Grupo Taoné no se mantuvo unido por mucho tiempo, de aquí salieron los talentos que posteriormente habrían de brillar con luz propia y habrían de escribir la historia de un capítulo importante en la música popular puertorriqueña.
El término “nueva canción” aparece por vez primera en América Latina a finales de la década del 60 y fue una expresión utilizada en Argentina, Uruguay y Chile, pero fue en este último país donde cobró mayor popularidad. En el año 1969 se le dio ese nombre al “Primer Festival de la Nueva Canción de Chile” que impulsaba un movimiento emergente de jóvenes compositores e intérpretes (Víctor Jara, Isabel & Angel Parra, Patricio Manns, Inti-Illimani, Quilapayún) que comenzaba a desarrollarse. Desde ese momento en adelante la expresión “nueva canción” comenzó a utilizarse con mayor frecuencia hasta convertirse en denominador común de otros movimientos nacionales en todo el continente americano. Se dieron en latinoamérica varias tendencias que llevaron otros nombres pero que en su fondo llevaban los mismos principios que la nueva canción. En Argentina se le llamó “el nuevo cancionero”, en Brasil “la nueva música brasileña” y en Cuba “la nueva trova”. Como señalamos anteriormente, a finales de los 60’s se utilizó el término de “canción protesta” que perdió fuerza rápidamente entre los seguidores del género porque no ofrecía la visión amplia y universal que muchos de sus originadores deseaban.
Esta “nueva canción” no fue la responsable en sí misma de crear el espacio social y político en los lugares donde se desarrolló vertiginosamente ni mucho menos crear el universo musical que le dio base y sustancia. Allí existían, antes que ella, los grandes dilemas de la sociedad: el colonialismo, el militarismo, el discrimen, la desigualdad, el abuso del poder. Allí estaban los elementos musicales que la acompañarían en cada país: su folclore y la rica variedad de su música popular. Entonces la nueva canción surgió como una alternativa social que a veces utilizó los mismos medios de difusión que la música comercial, pero que nunca se dejó dirigir y dominar por ellos y que en esencia tuvo que inventar sus propias formas de expresión y se suplió siempre de sus propios recursos temáticos. Compañías de producción y distribución de discos (Disco Libre), productoras independientes de espectáculos, tiendas de libros y discos (Librería Puerto Rico), espacios radiales, la administración de café-teatros (La Tahona), las organizaciones cívicas y políticas (MPI,PSP,PIP) fueron las nuevas formas que tuvieron que recurrir los miembros del nuevo movimiento para hacerse de un espacio de proyección necesario.
El resto es historia y hoy 25 años más tarde y con muchas de sus canciones fundamentales cargadas de años, se le rinde homenaje a cinco de los miembros originales del Movimiento de la Nueva Canción Puertorriqueña; Roy Brown, Noel Hernández, Flora Santiago, Andrés Jiménez “El Jíbaro” y Antonio Cabán Vale “El Topo”. En sus personas estarán representados también decenas de otros intérpretes y cantores que contribuyeron, en alguna de sus etapas, al desarrollo del movimiento musical que hoy queda como toda una invaluable herencia cultural de nuestro pueblo. A la vez damos la bienvenida a las nuevas generaciones de músicos puertorriqueños que reciben con audacia el relevo y que estampan en las letras de sus nuevas canciones la vigencia y la frescura de aquella antigua canción nueva.